Una vez, Hebert Lionel Mathews, uno de los periodistas más importantes del siglo XX –redactor jefe durante décadas de The New York Times-, comentó a mi abuelo: “si quieres contarlo como uno de ellos, hazte pasar por uno de ellos”. Sabio consejo. Hoy, lustros después, hemos recogido el guante. Y nos hemos hecho pasar por uno de ellos. Sin ninguna mala intención. Todo lo contrario. Puesto que somos aficionados en las tareas tenísticas. Nuestro objetivo hacerles participes del estreno de una gran iniciativa obra del Juez Árbitro Jaime Fraile.
Ayer, 18 de julio, día de triste recuerdo para nuestra joven historia –ya saben, según las tropas franquistas, levantamiento militar de los rebeldes contra la Segunda República-, en las pistas de la Federación Madrileña de Tenis, ubicadas en la calle San Cugat del Vallés –Fuencarral-, se estrenó la Primera edición del Trofeo 24 horas.
Llegamos a las 20 horas. Con gran curiosidad por disfrutar de esta primera edición.
Pensábamos que nuestro primer partido sería a eso de las 20:00 horas.
-No, no –nos dijo Jaime Fraile- su partido es las cinco de la mañana...
¡Tela! –pensamos-. Buena hora para volver a jugar al tenis. Pero este es el encanto de este torneo. Y la verdad es que nos ha parecido todo un acierto. Aprovechamos para observar los partidos de las diferentes categorías. Femenino absoluto y masculino en sus secciones junior, absoluto, más de 35 años –la nuestra- y más de 45.
Muy pronto nos percatamos que el nivel era muy alto. Alto no, altísimo. “Sí conseguimos hacer un juego será todo un triunfo” –pensamos-. Sobre todo después de diez años sin tocar la raqueta.
Todos los participantes iban muy bien equipados. Con sus zapatillas a la última -marca “Acme”-, sus tenísticos modelos, en algunos casos, a lo Rafa Nadal, es decir, mostrando la musculatura hercúlea de sus bíceps. Y, en otros, a lo Serena Williams, es decir, mostrando la bella silueta femenina.
Aprovechamos para desenfundar nuestra Nikon –coño... que no podemos hacer publicidad- Pues eso... desenfundamos nuestra reflex y nos pusimos a fotografiar a algunos de los jugadores. Eso sí, sin hacer ruido y sin flash –cuando anocheció- para no molestar a los mismos.
-¡Verano, una...! –omitimos la palabrota- dijo uno de los chavales que a eso de las tres de la mañana observaba uno de los partidos donde las féminas mostraban su gran maestría en todos los golpes. Y es que a esa hora hacía bastante fresco. Los de “Bilbao”como si nada, en manga corta y pantalón corto... y tan tranquilos. Pero los más frioleros, entre ellos, un servidor, tapándonos con lo primero que encontrábamos. Sobre todo toallas.
Durante las 24 horas la cafetería permaneció abierta. Cafetería atendida por unos magníficos profesionales. Aprovechamos para cenar algo... todo rico, rico.
A las cinco... llegó la hora de jugar nuestro partido. Pasé ronda, qué alegría. Siempre lo es cuando se trata de un torneo oficial. Y, lo mejor, como bien predije, sin ganar un juego. Mi adversario no se presentó...
-Es qué me ha surgido un imprevisto –parece que indicó cuando el arbitro le llamó por teléfono-. Y es que... las cinco de mañana es una hora estupenda para imprevistos de todo tipo, sobre todo si se trata del género femenino. O no?
Después lo mejor de la velada. La organización obsequió a los participantes a una churrada. No sean mal pensados. Una churrada, es decir, churros con chocolate. Me repuse, después de mi “gran” y, sobre todo, “largo partido”. Delicioso, todo, y mágico... Tenis con nocturnidad –y sin alebosía- y chocolate con churros...
Había que hacer tiempo. Nuestro siguiente match sería a las once de la mañana. Leímos un poco. Cautiva en Arabia. Fenomenal libro de Cristina Morató.
Hicimos una visita a la cafetería, que no cerró nunca. Y en compañía de los camareros, muy simpáticos, vimos alguna película. Entre ellas, Operación Ogro. Gran film que narra la historia del atentado que sufrió –nunca mejor dicho- Carrero Blanco. Mano derecha –muy a la derecha- de Franco. Lo pasamos de lo lindo recordando aquel Madrid de los setenta excelentemente retratado en el largometraje...
Y llegaron las once. Aquí no hubo salvación. Nuestro adversario, sólo en la pista, se presentó. Guillermo de Salas. Un experto jugador. Con un servicio poderoso, una derecha, precisa y potente... y un revés que nos puso al derecho una y otra vez. Menos mal que hicimos algunos puntos. Muy sufridos. Eso sí. Pero volví a acertar con mis predicciones. Ganaba el que más juegos se apuntase en sesenta minutos. El Resultado... El resultado fue... como dijimos al árbitro de “balonmano”. Se lo imaginan... ¿verdad?
Consuelo. Consuelo nos queda. Y mucho. Ha sido una jornada exitosa de participación, público, nivel, magia y saber hacer. Gran iniciativa de Jaime Fraile. Que estuvo al pie del cañón en todo momento... eso sí, entre café y café... pero... sin madalena.
Como ven, como dijo Matthews, se lo hemos contado como uno de ellos. Y es que... éramos uno de ellos. Qué se lo digan a mis cuádriceps...
A. Febus
Ayer, 18 de julio, día de triste recuerdo para nuestra joven historia –ya saben, según las tropas franquistas, levantamiento militar de los rebeldes contra la Segunda República-, en las pistas de la Federación Madrileña de Tenis, ubicadas en la calle San Cugat del Vallés –Fuencarral-, se estrenó la Primera edición del Trofeo 24 horas.
Llegamos a las 20 horas. Con gran curiosidad por disfrutar de esta primera edición.
Pensábamos que nuestro primer partido sería a eso de las 20:00 horas.
-No, no –nos dijo Jaime Fraile- su partido es las cinco de la mañana...
¡Tela! –pensamos-. Buena hora para volver a jugar al tenis. Pero este es el encanto de este torneo. Y la verdad es que nos ha parecido todo un acierto. Aprovechamos para observar los partidos de las diferentes categorías. Femenino absoluto y masculino en sus secciones junior, absoluto, más de 35 años –la nuestra- y más de 45.
Muy pronto nos percatamos que el nivel era muy alto. Alto no, altísimo. “Sí conseguimos hacer un juego será todo un triunfo” –pensamos-. Sobre todo después de diez años sin tocar la raqueta.
Todos los participantes iban muy bien equipados. Con sus zapatillas a la última -marca “Acme”-, sus tenísticos modelos, en algunos casos, a lo Rafa Nadal, es decir, mostrando la musculatura hercúlea de sus bíceps. Y, en otros, a lo Serena Williams, es decir, mostrando la bella silueta femenina.
Aprovechamos para desenfundar nuestra Nikon –coño... que no podemos hacer publicidad- Pues eso... desenfundamos nuestra reflex y nos pusimos a fotografiar a algunos de los jugadores. Eso sí, sin hacer ruido y sin flash –cuando anocheció- para no molestar a los mismos.
-¡Verano, una...! –omitimos la palabrota- dijo uno de los chavales que a eso de las tres de la mañana observaba uno de los partidos donde las féminas mostraban su gran maestría en todos los golpes. Y es que a esa hora hacía bastante fresco. Los de “Bilbao”como si nada, en manga corta y pantalón corto... y tan tranquilos. Pero los más frioleros, entre ellos, un servidor, tapándonos con lo primero que encontrábamos. Sobre todo toallas.
Durante las 24 horas la cafetería permaneció abierta. Cafetería atendida por unos magníficos profesionales. Aprovechamos para cenar algo... todo rico, rico.
A las cinco... llegó la hora de jugar nuestro partido. Pasé ronda, qué alegría. Siempre lo es cuando se trata de un torneo oficial. Y, lo mejor, como bien predije, sin ganar un juego. Mi adversario no se presentó...
-Es qué me ha surgido un imprevisto –parece que indicó cuando el arbitro le llamó por teléfono-. Y es que... las cinco de mañana es una hora estupenda para imprevistos de todo tipo, sobre todo si se trata del género femenino. O no?
Después lo mejor de la velada. La organización obsequió a los participantes a una churrada. No sean mal pensados. Una churrada, es decir, churros con chocolate. Me repuse, después de mi “gran” y, sobre todo, “largo partido”. Delicioso, todo, y mágico... Tenis con nocturnidad –y sin alebosía- y chocolate con churros...
Había que hacer tiempo. Nuestro siguiente match sería a las once de la mañana. Leímos un poco. Cautiva en Arabia. Fenomenal libro de Cristina Morató.
Hicimos una visita a la cafetería, que no cerró nunca. Y en compañía de los camareros, muy simpáticos, vimos alguna película. Entre ellas, Operación Ogro. Gran film que narra la historia del atentado que sufrió –nunca mejor dicho- Carrero Blanco. Mano derecha –muy a la derecha- de Franco. Lo pasamos de lo lindo recordando aquel Madrid de los setenta excelentemente retratado en el largometraje...
Y llegaron las once. Aquí no hubo salvación. Nuestro adversario, sólo en la pista, se presentó. Guillermo de Salas. Un experto jugador. Con un servicio poderoso, una derecha, precisa y potente... y un revés que nos puso al derecho una y otra vez. Menos mal que hicimos algunos puntos. Muy sufridos. Eso sí. Pero volví a acertar con mis predicciones. Ganaba el que más juegos se apuntase en sesenta minutos. El Resultado... El resultado fue... como dijimos al árbitro de “balonmano”. Se lo imaginan... ¿verdad?
Consuelo. Consuelo nos queda. Y mucho. Ha sido una jornada exitosa de participación, público, nivel, magia y saber hacer. Gran iniciativa de Jaime Fraile. Que estuvo al pie del cañón en todo momento... eso sí, entre café y café... pero... sin madalena.
Como ven, como dijo Matthews, se lo hemos contado como uno de ellos. Y es que... éramos uno de ellos. Qué se lo digan a mis cuádriceps...
A. Febus
2 comentarios:
Bueno, lo mejor de jugar a las 5 de la madrugada es que calor no ibas a pasar jeje. Y ni siquiera se presentó el otro, normal, a esas horas estaría con alguna tenista a la que también le surgió un imprevisto. Cosas que pasan.
Un saludo.
“si quieres contarlo como uno de ellos, hazte pasar por uno de ellos”
No hay mejor que vivir la experiencia desde adentro...
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