viernes, 11 de julio de 2014

Carta abierta del nieto de "El Chato" al periodista Javier Valenzuela

Carta abierta a Javier Valenzuela.

Estimado señor,
Navegando por internet me he encontrado con un artículo suyo, muy interesante, que habla de la figura de mi abuelo el insigne miembro de la generación del 27 Jaime Menéndez "El Chato", eso me agrada mucho, y se lo agradezco de corazón, y le felicito por considerar que él sea el protagonista principal de un trabajo suyo con el bagaje periodístico que usted tiene. De  igual forma le muestro mi gratitud por mencionar mi libro La epopeya del “Chato”, en el que narro, con rigor, la vida de mi abuelo. Dicho esto, también quiero, con su permiso, y sin acritud, comentarle que usted copia ciertas informaciones de diferentes textos, publicados y redactados por un servidor para la Agencia Febus y otros medios de comunicación, y, además, por desgracia, cuenta cosas inciertas, cosa que me sorprende porque no aparecen en mi libro, ni en ninguno de mis artículos referentes y, claro, siendo el protagonista mi abuelo, con todos mis respetos, y, de forma constructiva, me veo en la obligación de matizar esas cuestiones.
Quiero expresar que no es de justicia que en trabajos periodísticos, como es este que nos ocupa, no se indiquen las fuentes de información. No es de justicia que se copien frases y denominaciones ajenas, haciendo ver al lector que son de cosecha propia. No es de justicia, por despiste, error u omisión, contar cosas que no se ajustan, al 100%, con la realidad. Y, por último, no es de justicia que se transcriban frases de una obra literaria sin pedir permiso al autor.
Dicho esto, así son los hechos.
Usted , en marzo de 2014, escribió, en la revista Tintalibre, el siguiente artículo, titulado “La transición periodística comenzó en Tánger”:


Y estos son una selección de artículos, entre ellos, uno de ellos, con un título muy similar al suyo, redactados por un humilde servidor, desde 2009:




No hace falta ser de Parla, ni ser un lince, para darse cuenta que usted se nutre de estos artículos para redactar la casi totalidad de su trabajo, incluso, en algunas ocasiones, utilizando las mismas frases, o muy similares.
Usted no menciona, en ningún momento, que la mayoría de esos datos que expone son obra del duro trabajo de investigación (de más de un lustro) de un humilde servidor, cosa que no es ético, ni profesional. Cree que con citar mi libro La epopeya del “Chato” y transcribir una frase, sin autorización del autor, es suficiente. Y no lo es. Y para rematar “la faena” nos brinda una serie de datos, que no reflejan la realidad histórica.

Ejemplos.
Usted escribe: El Chato había regresado a España tras la proclamación de la II República, publicado un libro sobre su visita periodística a la Alemania de Hitler.

La realidad es que ese libro nunca se llegó a publicar, si otro, titulado Vísperas de Catástrofe (Espasa-Calpe), publicado después, en 1934.

Usted escribe: Condenado por masón, republicano y comunista a tres penas que sumaban un total de 62 años de reclusión mayor.

La realidad es que mi abuelo solo tuvo dos juicios y, por ende, dos sentencias, una militar, con una condena de 20 años y un día, y otra del Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo, con una condena de 12 años y un día, todo eso, en Parla y en mi pueblo, suma 32 años y dos días. (Adjunto documentos originales de las sentencias).





 Usted escribe: El régimen (franquista) le ofreció una vía de escape: podía ir a trabajar a Tánger al diario “España”, siempre y cuando no firmara sus artículos. Gregorio Corrochano hizo la propuesta y El Chato aceptó.

La realidad es que el régimen no ofreció nada a mi abuelo, bueno, mejor dicho, algo le ofreció, eso sí, “muy cortésmente”: campos de concentración, cárceles, juicios sumarísimos (en este caso pantomimas), hambre, penurias, sufrimiento, injusticias, etc, etc, etc. Fueron sus amigos de Embajada de EEUU, entre ellos, Mr. Hughes, Mr. Pahle y Mr. Bonsal, quienes consiguieron ese trabajo de redactor en el diario “España” de Tánger, a expensas del régimen que le iba a encarcelar de nuevo. Gregorio Corrochano fue simplemente un mediador de la operación, insisto, dirigida por la mencionada Embajada de EEUU.  (Adjunto el documento que le hicieron, desde la Embajada de EEUU, a mi abuelo para evitar cualquier problema).



Usted escribe: Cuando El Chato llegó a Tánger junto a su esposa Avelina y su hijo, el diario “España” despertaba. Seguía publicando las informaciones oficiales del régimen franquista, pero sin apenas ocultar que lo hacía por obligación, de oficio.

Aquí, quiero matizar que  mi abuelo, nada más llegar a Tánger, aunque no le dejaban firmar sus artículos, en un primer momento, más tarde sí, empezó a escribir con total libertad, eligiendo los temas a tratar, en su mayoría, de política internacional, donde aprovechaba para hablar de todo lo que estaba prohibido en aquella época, es más, incluso, en una ocasión, se permitió el lujo de criticar, en los años 50, los últimos fusilamientos masivos del régimen franquista, por lo que tuvo que desaparecer de Tánger unos días.
Eran otros los redactores se ocupaban de escribir la noticias del régimen franquista.

Hay algún error más pero de menor trascendencia por lo que no incidiré sobre ellos en esta carta que espero que no se la tome a mal. Deseo que comprenda que ha tocado la fibra sensible de la familia Menéndez, y, en particular la de su nieto, que lleva trabajando, casi una década, para recuperar la memoria y la realidad histórica, al 100%, de uno de los intelectuales más importantes que ha dado este país en el siglo XX:  Jaime Menéndez “El Chato”.

Saludos Cordiales.

Juan Manuel Menéndez 
Presidente Agencia Febus
Autor de La epopeya del "Chato"
Nieto de Jaime Menéndez "El Chato"