Carta
abierta a Javier Valenzuela.
Estimado
señor,
Navegando por internet me he encontrado con un artículo suyo, muy
interesante, que habla de la figura de mi abuelo el insigne miembro de la
generación del 27 Jaime Menéndez "El Chato", eso me agrada mucho, y
se lo agradezco de corazón, y le felicito por considerar que él sea el
protagonista principal de un trabajo suyo con el bagaje periodístico que usted
tiene. De igual forma le muestro mi
gratitud por mencionar mi libro La epopeya del “Chato”, en el que narro,
con rigor, la vida de mi abuelo. Dicho esto, también quiero, con su permiso, y
sin acritud, comentarle que usted copia ciertas informaciones de diferentes
textos, publicados y redactados por un servidor para la Agencia Febus y otros
medios de comunicación, y, además, por desgracia, cuenta cosas inciertas, cosa
que me sorprende porque no aparecen en mi libro, ni en ninguno de mis artículos
referentes y, claro, siendo el protagonista mi abuelo, con todos mis respetos,
y, de forma constructiva, me veo en la obligación de matizar esas cuestiones.
Quiero expresar que no es de justicia que en trabajos
periodísticos, como es este que nos ocupa, no se indiquen las fuentes de información.
No es de justicia que se copien frases y denominaciones ajenas, haciendo ver al
lector que son de cosecha propia. No es de justicia, por despiste, error u
omisión, contar cosas que no se ajustan, al 100%, con la realidad. Y, por
último, no es de justicia que se transcriban frases de una obra literaria sin
pedir permiso al autor.
Dicho esto, así son los hechos.
Usted , en marzo de 2014, escribió, en la revista Tintalibre,
el siguiente artículo, titulado “La transición periodística comenzó en Tánger”:
Y estos son una selección de artículos, entre ellos, uno de ellos,
con un título muy similar al suyo, redactados por un humilde servidor, desde
2009:
No hace falta ser de Parla, ni ser un lince, para darse cuenta que
usted se nutre de estos artículos para redactar la casi totalidad de su
trabajo, incluso, en algunas ocasiones, utilizando las mismas frases, o muy
similares.
Usted no menciona, en ningún momento, que la mayoría de esos datos
que expone son obra del duro trabajo de investigación (de más de un lustro) de
un humilde servidor, cosa que no es ético, ni profesional. Cree que con citar
mi libro La epopeya del “Chato” y transcribir una frase, sin
autorización del autor, es suficiente. Y no lo es. Y para rematar “la faena”
nos brinda una serie de datos, que no reflejan la realidad histórica.
Ejemplos.
Usted escribe: El Chato había regresado a España tras la
proclamación de la II República, publicado un libro sobre su visita
periodística a la Alemania de Hitler.
La realidad es que ese libro nunca se llegó a publicar, si otro,
titulado Vísperas de Catástrofe (Espasa-Calpe), publicado después, en
1934.
Usted escribe: Condenado por masón, republicano y comunista a
tres penas que sumaban un total de 62 años de reclusión mayor.
La realidad es que mi abuelo solo tuvo dos juicios y, por ende,
dos sentencias, una militar, con una condena de 20 años y un día, y otra del
Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo, con una condena de
12 años y un día, todo eso, en Parla y en mi pueblo, suma 32 años y dos días.
(Adjunto documentos originales de las sentencias).
Usted escribe: El régimen (franquista) le ofreció una vía de
escape: podía ir a trabajar a Tánger al diario “España”, siempre y cuando no
firmara sus artículos. Gregorio Corrochano hizo la propuesta y El Chato aceptó.
La realidad es que el régimen no ofreció nada a mi abuelo,
bueno, mejor dicho, algo le ofreció, eso sí, “muy cortésmente”: campos de
concentración, cárceles, juicios sumarísimos (en este caso pantomimas), hambre,
penurias, sufrimiento, injusticias, etc, etc, etc. Fueron sus amigos de
Embajada de EEUU, entre ellos, Mr. Hughes, Mr. Pahle y Mr. Bonsal, quienes
consiguieron ese trabajo de redactor en el diario “España” de Tánger, a
expensas del régimen que le iba a encarcelar de nuevo. Gregorio Corrochano fue
simplemente un mediador de la operación, insisto, dirigida por la mencionada
Embajada de EEUU. (Adjunto el documento
que le hicieron, desde la Embajada de EEUU, a mi abuelo para evitar cualquier
problema).
Usted escribe: Cuando El Chato llegó a Tánger junto a su esposa
Avelina y su hijo, el diario “España” despertaba. Seguía publicando las
informaciones oficiales del régimen franquista, pero sin apenas ocultar que lo
hacía por obligación, de oficio.
Aquí, quiero matizar que
mi abuelo, nada más llegar a Tánger, aunque no le dejaban firmar sus
artículos, en un primer momento, más tarde sí, empezó a escribir con total
libertad, eligiendo los temas a tratar, en su mayoría, de política
internacional, donde aprovechaba para hablar de todo lo que estaba prohibido en
aquella época, es más, incluso, en una ocasión, se permitió el lujo de
criticar, en los años 50, los últimos fusilamientos masivos del régimen
franquista, por lo que tuvo que desaparecer de Tánger unos días.
Eran otros los redactores se ocupaban de escribir la noticias del
régimen franquista.
Hay algún error más pero de menor trascendencia por lo que no
incidiré sobre ellos en esta carta que espero que no se la tome a mal. Deseo
que comprenda que ha tocado la fibra sensible de la familia Menéndez, y, en
particular la de su nieto, que lleva trabajando, casi una década, para
recuperar la memoria y la realidad histórica, al 100%, de uno de los
intelectuales más importantes que ha dado este país en el siglo XX: Jaime Menéndez “El Chato”.
Saludos Cordiales.
Juan Manuel Menéndez
Presidente Agencia Febus
Autor de La epopeya del "Chato"
Nieto de Jaime Menéndez "El Chato"
Juan Manuel Menéndez
Presidente Agencia Febus
Autor de La epopeya del "Chato"
Nieto de Jaime Menéndez "El Chato"