domingo, 22 de febrero de 2009

Jesús Martínez Tessier. Otro gran olvidado. Escritor y periodista

Hace unos días recomendamos un libro del escritor Jorge Martínez Reverte. Su hermano Javier Reverte también lo es. No hace falta hablar de las grandes virtudes de ambos a la hora de escribir, a la hora de contar historias y hacernos disfrutar cuando las repasamos. Pero –como decía aquel- todo tiene un origen. Todo tiene una causa. El origen y la causa de que ambos se dediquen al mundo de las letras no es otro que su progenitor: el intelectual Jesús Martínez Tessier. Un hombre de la generación del 27, gran periodista y escritor, combatiente en diferentes contiendas y observador de excepción de un periodo histórico que jalona uno de los siglos más convulsos. El siglo XX.
Pero para conocer de cerca a Jesús Martínez Tessier nada mejor que transcribirles parte de la entrevista que realizamos a su hijo Jorge –amable, cortés y cercano, como siempre. De ahí el tuteo-:

-¿Cuándo nace? Y háblanos de sus principios.

-Nació en Valladolid... en enero de 1915. Pero prácticamente se sentía de Madrid porque vino aquí con pocos meses. Con su madre y sus cuatro hermanos. Daniel, que también fue periodista, y tres hermanas más. Vino porque su padre que era tipógrafo y de UGT –sindicato socialista- fue expulsado de Valladolid por el Gobernador Civil. En aquel entonces eso se hacía con bastante frecuencia... Pasó una infancia, como las de aquella época, una infancia de calle. De una familia humildísima porque su padre murió cuando él tenía, apenas, dos años. Y su madre quedó, prácticamente, sin recursos. Tuvo una infancia realmente muy complicada. Y cuando era adolescente consiguió entrar en la Asociación de la Prensa para recibir clases de taquigrafía y algunas cosas más. Pronto, antes de los 20 años, estaba ya trabajando en el entorno de la profesión periodística. Y uno de sus primeros trabajos fue en la Agencia Febus. En la Agencia Febus donde estaba Sánchez Román y donde estaba Menéndez... Él sobre todo hacía crónicas desde Febus para La Vanguardia... Cuando estalló la guerra le tuvieron que echar de la agencia, no por voluntad de los directivos, sino por presiones externas. Porque era un hombre al que se consideraba desafecto...
Pronto tuvo que incorporarse al ejército... y se truncó su carrera periodística hasta que la guerra acabó. Hizo la guerra en el sitio equivocado. Era un hombre moderado. No tenía una adscripción política clara. Pero el ver algunos acontecimientos como el descabezamiento de López Ochoa en la cárcel de Carabanchel, cuya cabeza vio pasear por Madrid, le hizo sentirse más próximo a los rebeldes, cuyas atrocidades él, desde luego, no conocía... Pero hizo la guerra afiliado, porque le tocó, en la División 46 que fue la del Campesino. Se pasó toda la guerra en primera línea de combate. Estando en todas las batallas gordas. Desde la de Brunete hasta la del Ebro... Logró salir con bien de aquello. Cuando se pasó a los suyos durante la caída de Cataluña, no le creyeron que él era de ese lado... y fue internado. Primero en el Castillo de Montjuic, arriba de Barcelona, y luego en el campo de concentración de Miranda de Ebro. De allí le logró sacar su hermano... que era falangista. Y mientras hacía la mili en Madrid... porque el tiempo en armas en el lado republicano no contaba. Estuvo trabajando por las tardes en el diario Arriba como taquígrafo. Un día alguien gritó “Rusia es culpable”, fue Serrano Súñer, y toda la plantilla de Arriba se apuntó para ir a la División Azul... Al final sólo fueron los dos que habían luchado en el lado republicano porque a todos los demás les surgieron cosas. Sólo fueron a la División Azul aquellos dos que tuvieron que pagar alguna culpa. Y se pasó otro año y medio dando tiros en Rusia. Con temperaturas de 40 bajo cero. Pero bueno, volvió a salir vivo. Y ya cuando se reincorporó de nuevo a este país ya le perdonaron... y ya pudo empezar su carrera periodística. Ya, desde luego, no volvió a la Agencia Febus porque la Agencia Febus había desaparecido.

-¿Qué nos puedes decir de su sentido del humor?

-Mi padre tenía un sentido del humor muy acusado y muy personal, muy especial, suyo. Yo creo que el sentido del humor le valió, sobre todo, para sobrevivir. Era un hombre que había llevado una vida tan dura, su infancia dura, la guerra, luego la División Azul, siempre en unidades de choque, el campo de concentración... donde las atrocidades que contaba... eran infinitas, las humillaciones... El sentido del humor no sólo era un don que él tenía, sino que, también, fue una herramienta utilísima para poder sobrevivir en aquellos años tan duros y tan miserables.

-¿Qué te contaba de la guerra?

-Mi padre no nos había contado la guerra hasta que yo le obligué a que escribiera un libro, cuando estaba en el último año y medio de su vida. Supongo que para él debió ser liberador. Había sido una experiencia tan traumática que no quería contarla. Pero una vez que la contó, para mí, resultó, realmente, un descubrimiento. En cuanto a saber por qué aquel acontecimiento había sido tan trágico para él, como para tantas personas en este país. Pero, además, descubrí una faceta literaria... con una economía de medios literarios tan importante y un lenguaje tan preciso que, a mí, me parece una literatura de guerra que prácticamente no he leído. Ahora, hay un episodio que todavía me impresiona mucho más que es su primera experiencia de combate, que es en Guadalajara. Él fue todavía vestido de civil. A Guadalajara le llevaron con una gabardina y formaba parte de un equipo con ametralladoras. Era él que llevaba las cajas con las balas... en dos páginas está contado uno de los episodios sobre guerra mejores que los que yo he leído nunca. Es esa entrada en fuego de alguien que de pronto sólo oye explosiones, gritos, ve cómo matan a un amigo suyo, oye balas, corre, no se entera prácticamente de nada, sólo sabe que tiene que correr en una dirección... de pronto aquello acaba y oye alguien que dice “hemos ganao”. Yo sólo he leído algo parecido de tanta intensidad, de tan buena literatura sobre la guerra en alguien como Stephen Crane en La roja enseña del valor... Y vi que había un libro, realmente impresionante... Sé lo llevé a un editor y a un amigo y coincidieron conmigo... y por eso se editó.

-¿Cómo aprendió esperanto?

-En la España de los años 20 y 30 había cosas que casi no concebimos ahora. Mi padre iba, evidentemente, a un colegio, un instituto que era para personas sin recursos, un instituto público... dentro de los cursos que dio en su adolescencia había uno de esperanto, que lo daba el, luego muy famoso, coronel Mangada. Era un hombre que se había apartado del ejército porque no compartió a partir del año 32, cuando la derecha ganó las elecciones, no compartió aquello, y se fue del ejército voluntariamente. Antes había tenido algunos episodios que le habían llevado a tener que ganarse la vida siendo profesor. Y daba clases, el coronel Mangada, de esperanto y de gimnasia. Era un hombre que debía ser muy peculiar, bastante estrambótico, era un naturista, que se alimentaba de verduras y poco más... El esperanto en aquellos años era algo que la gente pensaba que iba a tener mucho éxito. La lengua que podía ser común a todo el mundo.

-Y ya en el franquismo, cuéntanos.

-Cuando vuelve de la División Azul, que es en el año 42,... empieza a trabajar en Arriba. En Arriba y en la Agencia EFE ... trabajará 14 horas o 15, eran jornadas agotadoras, porque no sólo él quería casarse y establecerse con la que luego sería su mujer, mi madre, sino que tenía que alimentar a su madre, que seguía, apenas, sin recursos, y a alguna de sus hermanas...

-¿Cómo ve él el desarrollo del franquismo?

-Mi padre formaba parte de los franquistas, formaba parte de los vencedores. Aunque los vencedores no le consideraban como tal. Pero era un hombre del régimen. Lo que pasa es que no era ningún fanático... recuerdo que mantenía un rencor enorme a los comunistas, tenía una auténtica fobia a los comunistas. No era nada fanático del falangismo... no mantenía el ardor patriótico permanente... con nosotros fue siempre muy alejado de la política... no ponía buena cara cuando nosotros queríamos, pues eso a los 12, a los 13 años, ir a los campamentos del Frente de Juventudes. Y nos poníamos, nos disfrazábamos entusiasmados... a él no le gustaba vernos con esas boinas y que desfiláramos con marcialidad... Cuando ya nos hicimos mayores... evolucionamos a posiciones antifranquistas muy claras... y él lo percibía... y lo fue asimilando con bastante naturalidad... y lo llevó bien. No se desmoralizó por aquello... Él supo, antes de que muriera Franco, que yo estaba en una militancia comunista... y él y mi madre lo llevaron bien.

-¿Cómo ve la llegada de la democracia?

-... Mucha gente que había estado en ese tipo de posiciones experimentaron una evolución muy rápida y muy sincera al ver que la democracia era algo positivo... se fueron dando cuenta de que los tiempos habían cambiado. Que la gente que iba contra el régimen no tenía ningún impulso parecido al que hubo en el 36. No había ese rencor, no había ningún impulso homicida en quienes se manifestaban en las calles, en quienes promovían huelgas, en quienes tiraban propaganda contra el franquismo... Y yo creo que les gustó la libertad. Les gustó la libertad tanto como a nosotros.

-Cuéntanos la anécdota de la abuela andarina.

-Su madre había nacido en París, era francesa, se llamaba Clotilde Tessier. Y tenía a su vez una madre –Colette- que era también francesa... Cuando estalló... la guerra del 14, cuando parecía que los alemanes podían romper el frente, incluso acercarse a París, decidió marcharse y venir a España. Y entonces hizo el recorrido andando con un caja en la que guardaba todas sus joyas. Y se iba parando en todos los ayuntamientos que cruzaba y pedía el libro del ayuntamiento e iba firmando en cada una de sus paradas. Sería curioso rehacer ese itinerario. La verdad es que yo no sabría por dónde empezar...

En aquella década de los treinta se decía, cuando una chica gustaba mucho, que estaba “chachi trujana, calcetines de lana”. Sin duda Jesús Martínez Tessier, su literatura, su oficio, su historia y su legado es “chachi trujana, calcetines de lana”.


Agencia Febus

viernes, 20 de febrero de 2009

Hoy recomendaremos un libro: "La furia y el silencio" de Jorge Martínez Reverte (Espasa-Calpe)

“España –1962- vive bajo el peso de una dictadura que encarna más que preside el general Francisco Franco. Hace veintitrés años que este militar, que se hace llamar por los suyos generalísimo o caudillo de España, venció en una cruenta guerra civil a las fuerzas que defendían la legalidad de la República instaurada en 1931 por votación popular.”
Así comienza este libro. Primeras líneas que obligarán al lector a no frenar la lectura hasta la página 282, es decir , la última.
Una vez alguien dijo: “un artista no comprometido, jamás será un artista”. El autor es lo uno y lo otro. Artista con las palabras. Y comprometido con las causas justas. Comprometido en rescatar historias reales que por culpa de “Paca la culona” han permanecido soterradas más de 40 años.
Asturias, sus hombres, sus mineros fueron parte fundamental de la lucha antifranquista. “La furia y el silencio” nos lo recuerda.

Juan Manuel Menéndez
Agencia Febus

miércoles, 18 de febrero de 2009

"El último Mohicano"

Homenaje en la Casa de Cultura de Caixa Galicia de A Coruña a Julio Mayo. Contó con la presencia del ministro de cultura César Antonio Molina.

Durante la inauguración de la exposición de fotografías de la Guerra Civil “Hermanos Mayo”, organizada por Xurxo Lobato, se rindió un justo y merecido homenaje a Julio Souza, último superviviente de la saga de fotoperiodistas.
Entre los presentes se encontraban el alcalde de A Coruña, el presidente de la Diputación y el ministro de cultura César Antonio Molina, que destacó la gran profesionalidad del homenajeado y su lucha por las libertades.
Julio Souza nació hace casi 91 primaveras en A Coruña. De joven, ya en Madrid, empezó a colaborar en la agencia “Foto Souza” que fundó su hermano Paco. Pronto cambió su nombre por “Foto Mayo” tras las presiones sufridas por retratar los acontecimientos de la Revolución de Asturias (1934). Julio Mayo, desde aquel momento, ingresó por convicción en las Juventudes Socialistas Unificadas. Con 17 años se enroló en la 43 Brigada Mixta, emplazada en la Casa de Campo de Madrid, para defender a la República de la invasión fascista. Pasó por los frentes de Guadarrama, Guadalajara, Belchite, Teruel... y alcanzó el grado de Teniente. Conoció a la elite intelectual, militar y política. “Foto Mayo” se convirtió en la agencia de fotografía más importante. Su presencia era habitual en la prensa republicana: “El Sol”, “La Voz”, “Política”, “ABC”, “Estampa”, “Mundo Obrero”, “Claridad”, “El Socialista”, “Crónica”...
Al finalizar la contienda Julio Mayo,fue hecho prisionero en el campo de concentración de Los Almendros. Logró salir en libertad y, tras un tiempo en Madrid, fue nuevamente arrestado y torturado. Decidió exiliarse a México DF. Allí le esperaba su familia. Y allí, junto a sus hermanos, fundó -de nuevo- la agencia “Foto Mayo”, que llegó a ser una de las más importantes de Hispanoamérica.
Julio Mayo recibió el Premio Nacional de Fotografía (2007) y la medalla al Mérito Civil.
Sirva el mencionado homenaje para no olvidar a todos aquellos que lucharon por la libertad y la democracia que hoy disfrutamos, con la esperanza de que pronto se haga bajo la batuta de un presidente. Un presidente de la República española.
Sin duda Julio Mayo es el último superviviente de una saga. Saga de maestros en fotografía. Saga de maestros en la defensa de las libertades y la justicia. Sin duda, es el “Último Mohicano”.

11 Agosto de 2008
Juan Manuel Menéndez
Agencia Febus

lunes, 16 de febrero de 2009

Jaime Menéndez "El Chato". Otro gran olvidado.

Hubo un día... allá por 1917, que a un intelectual de nombre Nicolás María y de apellido Urgoiti se le ocurrió la brillante idea de fundar dos de los mejores diarios de nuestra historia: “El Sol” y “La Voz”. Entre sus colaboradores podíamos encontrar a hombres de la talla de Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramón Menéndez Pidal, José Ortega y Gasset, Agustín de Foxá, Antonio Machado, José Bergamín, Manuel Altolaguirre Rafael Alberti y otros muchos, algunos, por desgracia, condenados al ostracismo por culpa del franquismo... Años después, en 1924, el grupo empresarial de “El Sol” y “La Voz” creó la Agencia Febus para abastecer de noticias a los mencionados heraldos; allí colaboraron las mejores plumas. El 17 de julio —y no el 18— comenzó en Ceuta la Guerra Civil, con el asesinato, entre otros, del Teniente Tomás de Prada Granados, leal a la República. La Agencia Febus se convirtió en la fuente principal de suministro de noticias de la prensa republicana, de la prensa roja, de rotativos tan importantes como “Política”, “El Socialista”, “Claridad”, “Mundo Obrero”, “Ahora”... y los anteriormente citados, “El Sol” y “La Voz”. El 28 de marzo de 1939 las tropas de Franco, apodado por Queipo de Llano como “Paca la culona”, incautaron la prensa republicana. Incautaron la Agencia Febus. Pero curiosamente, tan perfecta era toda su estructura, que aprovecharon la misma para crear la agencia EFE. EFE de Febus, y no de Falange como se ha creído durante muchos quinquenios.

El 25 de febrero de 2008, en el marco incomparable del Ateneo de Madrid, en un acto sobre “La defensa de Madrid 1936-39”, con la presencia, entre otros, de José Andrés Rojo, Fernando Sánchez Dragó y el profesor José Luis Abellán, se fundó, o mejor dicho, se refundó, la Agencia Febus. Y con un objetivo único y primordial: recuperar a intelectuales, escritores y periodistas de la Segunda República, Guerra Civil y Franquismo. Para dar a conocer nuestro trabajo hemos elegido “La República.es”. Por un lado, en su versión digital, les ofreceremos entrevistas videográficas de personajes que, aunque sean auténticos desconocidos, merecen ya su tributo; y por otro, les transcribiremos los artículos que hicieron de la prensa de esos períodos históricos un verdadero núcleo de literatura, talento, genialidad, erudición, rigor, oficio y compromiso político.

Para empezar, hemos seleccionado un reportaje publicado el 6 de Noviembre de 1937 en la revista “Estampa”, que en ese momento dirigía el intelectual Manuel Navarro Ballesteros; el autor, Jaime Menéndez, apodado “El Chato” por su nariz de boxeador. Menéndez nació en Sobrerriba, una aldea de Cornellana, en Asturias, de apenas 150 habitantes. Emigró a Cuba. De forma autodidacta estudió periodismo e idiomas. En 1925, ya en Nueva York, se convirtió en el primer español en formar parte de la prestigiosa redacción de “The New York Times”. En 1931 fundó juntos con otros republicanos la Alianza Republicana Española de Nueva York y su órgano oficial, “España Republicana”, donde colaboraron hombres de la talla de José Ortega y Gasset, Salvador de Madariaga o Manuel Azaña.
En 1932 llegó a Madrid y escribió en las publicaciones más relevantes: “Leviatán”, “Cruz y Raya”, “Política”, “El Sol”, “La Voz”, “Mundo Obrero”, “Claridad”, “La Vanguardia” “Estampa”... Publicó su libro “Vísperas de Catástrofe”, de notable éxito, en el que vaticinaba el peligro del fascismo. Fue nombrado comisario por Juan Negrín, y ocupó la dirección de “El Sol”a finales de 1938. Hecho prisionero en el puerto de Alicante, pasó por el campo de concentración de los Almendros y otros centros de represión. Salió en 1944, pero por su seguridad y la de los suyos debió de exiliarse a Tánger. Allí trabajó en el diario “España”, siendo adelantado de la “transición periodística”; es decir, fue el primero en escribir en pleno franquismo de lo que estaba totalmente vedado: libertades, democracia, marxismo, socialismo, leninismo, críticas a los fusilamientos franquistas...

Después de esta exposición, en forma telegráfica, de algunos datos de su dilatada biografía, sin más dilación y para su deleite, les transcribo le artículo, titulado “La defensa de Madrid”:

Que vuelvan, así acabaremos antes!
Versión gráfica en la línea de fuego del “¡No pasarán!”, que se hizo grito famoso en las calles de la ciudad.
En este Madrid heroico, soberbiamente gallardo, sólo se vivía para la guerra. Y se ha seguido viviendo desde entonces. Todo lo demás ha seguido desplazado de las preocupaciones ciudadanas. Como en Leningrado.
Aquellas jornadas singulares no se han agotado. La capacidad de resistencia de los pueblos no se agota jamás cuando sus sentimientos y sus anhelos tiene acertada interpretación. En Leningrado hubo días más duros todavía que los de Madrid. Y, sin embargo, Leningrado resistió y salió triunfante.
También allí había como en Madrid una fuerte, temible “quinta columna”. Y sus actividades adquirieron una extensión y variedad hasta aquí sin reproducir íntegramente. A los feroces y repetidos ataques que se sucedían sin interrupción, se sumaban los actos de sabotaje, traición y espionaje, a la vez que las defecciones, dentro de la ciudad misma.
Llegaron a escasear los víveres de manera alarmante. El pueblo de Leningrado no comía. Pero luchaba. Sin embargo, no era esto lo peor. Había algo mucho más grave.
Algunas vez llegaban conservas a las barricadas desde las cuales se defendía la ciudad que había sido capital de los zares. Llegaban también líquidos. Y lo que no estaba adulterado hasta lo increíble llevaba disuelto vidrio pulverizado, fragmentos de metal. La comida y la bebida se había llegado incluso en algunos casos a mezclar con defecaciones. En el mejor de los casos, las latas de conservas ofrecían resquicios por los cuales entraba el aire, produciendo una rápida descomposición.
En la guerra civil rusa se produjeron grandes epidemias, que causaron estragos en la población combatiente tanto como en la población civil. Quizá para ellos influyesen algunas circunstancias especiales -tres años de guerra agotadora para el pueblo, altamente beneficiosa para los especuladores-, pero influyeron sobre todo las medidas de sabotaje en la retaguardia. Pero el pueblo venció por su capacidad inagotable de resistencia, por su conciencia insobornable, por su arraigado espíritu de clase.
Como en Madrid, en Leningrado les cupo a los comisarios un papel de gran importancia. Eran los que mantenían vivo en todo instante el espíritu del pueblo, el carácter de la lucha, la necesidad de mantener una disciplina severa. Hasta entonces la Historia no había registrado un caso igual. Las condiciones de pronunciada inferioridad en que tuvo que resistir el pueblo ruso contra la reacción nacional y contra la invasión de dos docenas de potencias extranjeras no fueron nunca capaces de doblar su recia formación popular ni de enfriar su entusiasmo.
Había motivos para ello. Cuando la guerra es larga y las condiciones de lucha son muy duras -como lo han sido en Rusia y lo son en España- es preciso mantener siempre fija y constante la idea que cristalizó a la realidad en el entusiasmo inicial. De lo contrario las penalidades abren cauce a la vacilación y al resquebrajamiento de la disciplina. Esto lo impidieron los comisarios, alma y nervio de todo ejército popular. De ellos es la tarea de dar formación, disciplina y carácter a los soldados que van saliendo de las milicias nacidas del fervor y del entusiasmo populares.
Desde el primer momento, Madrid respondió con amplitud y generosidad. Muy difíciles eran las circunstancias que entonces se daban. La guerra llevaba meses de duración. Las reservas de la ciudad se iban agotando -se habían agotado casi totalmente-, faltaba en realidad de todo. Pero no faltaba ese espíritu que hace grandes, a la vez que invencibles, a los pueblos.
De la experiencia de este año -prolongación, día a día, del 7 de noviembre de 1936- se sacan ricas y abundantes enseñanzas. Madrid seguirá resistiendo, si ello fuese preciso. Aun cuando las condiciones fuesen más duras todavía de lo que lo han sido hasta ahora. Nuestro pueblo cuenta para ello no sólo con sus propias experiencias. Cuenta también con las del pueblo soviético, que ha tenido que pasar por horas quizá más amargas y difíciles de las vividas aquí hasta el día. Las derrotas, algunas de ellas de vasta y catastrófica magnitud, sirvieron sólo para templar más aun sus nervios de acero y su voluntad de hierro.
Pero acaso esto no sea preciso ya. Por algo Madrid es admiración y orgullo de todo el pueblo español, que hará todo lo posible por aliviar los sufrimientos y sacrificios que está resuelto a seguir prodigando, si ello es preciso. Sólo a cambio de sufrimientos y sacrificios se forja un futuro de dicha, de bienestar y de independencia. Lo sabe Madrid. Como lo sabía también Leningrado.
Estampa, Madrid 6 de noviembre de 1937.
Agencia Febus

jueves, 12 de febrero de 2009

Otro recordatorio. A los 90 años. Fallece Juan Ranz Conde, miembro de las JSU y de la 42 Brigada Mixta.

Se nos van. Poco a poco se nos van. Aquellos hombres y mujeres que fueron testigos presenciales de nuestra conflagración civil. Hace pocos días falleció Rosario Sánchez Mora. Rosario “La Dinamitera”ejemplo de arrojo y compromiso con la lucha antifascista en la Defensa de Madrid. Hoy le ha tocado el turno a Juan Ranz. Juanito, le llamaban. Hombre que se afilió en las Juventudes Socialistas Unificadas, en el Sector Sur de Madrid, de la mano de su secretario general Sebastián Muela. Allí trató a dirigentes de la talla de Eugenio Mesón o Felipe Muñoz Arconada. En 1936 se colocó de ayudante en el diario “Política” -órgano de Izquierda Republicana-, en esta ocasión de la mano de su cuñado el periodista Jaime Menéndez, lo que le permitió conocer a hombres tan importantes como: Osorio-Tafall, Javier Bueno, Navarro Ballesteros,... No dudó en alistarse voluntario en la 42 Brigada Mixta, emplazada en la Casa de Campo de Madrid. Crucial en la Defensa de Madrid contra la invasión fascista en Noviembre de 1936. Juan Ranz era el pequeño de cuatro hermanos, Francisca, Avelina, miembro de La Comité Provincial de Mujeres Antifascistas, y Manuel, miembro del 5º Regimiento y del 3º Cuerpo de Ejército. La Familia Ranz Conde pierde a su último componente. En el mes de febrero La Agencia Febus le entrevistó y le homenajeó en el Ateneo de Madrid, en su web www.jmenendezfernandez.info encontraremos el enlace de su testimonio. Testimonio importante en la historia de nuestro país.

Juan Manuel Menéndez
Agencia Febus

domingo, 8 de febrero de 2009

Los asturianos y la "transición periodística"


Hace 84 años la “Compañía Editorial Española S. A.” fundó la Agencia Febus para abastecer de nuevas a sus heraldos: “La Voz” y “El Sol”. Ambos fundados por Nicolás María de Urgoiti. La mencionada agencia se convirtió en la más importante y dinámica de la 2ª república y Guerra Civil gracias a la magnífica gestión de uno de sus directores: el intelectual Fernando Sánchez Monreal, fusilado por unas balas falangistas y padre del polifacético Fernando Sánchez Dragó.
El franquismo acabó con la Agencia Febus –y con tantas y tantas cosas-- aunque utilizó su gran infraestructura, organigrama, enseres y locales para formar la Agencia EFE. “F” de Febus.
Hoy, la Agencia Febus vuelve a estar con nosotros. El pasado 23 de octubre, en la sede del Principado de Asturias de Madrid, la citada agencia organizó un acto y exposición para homenajear a esos hombres y mujeres que hicieron del diario “España” de Tánger jalón indispensable de la prensa española.
El diario “España” fue fundado en 1938 por orden de Juan Beigbeder, Alto Comisario de España en Marruecos, y su primer director fue Gregorio Corrochano, empresario y crítico taurino de “ABC”. Aunque en un principio fue alma de la rebeldía franquista, poco a poco abrió una nueva línea ideológica. Una línea antifranquista. Por una parte fue el único diario en dar nuevas sobre los aliados en la 2ª Guerra Mundial, es decir, los enemigos de Franco. Ese hecho hizo que el heraldo se convirtiese en el más vendido en el territorio nacional. Gregorio Corrochano permitió continuar con esa línea. Así pues en el “España” se empezó a escribir de todo lo que el franquismo prohibió en prensa: libertades, marxismo, socialismo, comunismo, leninismo, críticas al régimen,...
Para llevar a cabo el mencionado cometido Corrochano contrató, en su mayoría, a diversos represaliados del franquismo. Entre ese gran grupo de grandes intelectuales comprometidos con la lucha antifraquista hubo un núcleo importante de asturianos. Entre ellos: Fernando García-Vela, discípulo de Ortega y Gasset, especialista de toda su obra, escritor, traductor... y colaborador en tiempos de la 2ª República de publicaciones tan relevantes como “La Voz” y “El Sol”, que llegó a dirigir en 1933. Durante el franquismo dejó su impronta en revistas como “Mundo” o “Revista de Occidente” (2ª etapa); Juan Manuel Vega Pico, socialista que se había forjado en los diarios asturianos “Avance” y “La Tarde”, y que fue encarcelado como tantos y tantos periodistas por haber escrito en la prensa republicana; Juan Antonio Cabezas, colaborador –en los años treinta— de “Avance” y “El Sol”, mano derecha de su inseparable Javier Bueno –director de “Avance”-- preso político en el campo de concentración de Cedeiras y en otros penales de cuyo nombre no quiero acordarme; Aladino Cuetos, capitán del ejército de la 2ª República, combatiente en Brunete y en El Ebro, preso político, director de la sección nacional de “Radio Tánger Internacional” y padre de la actriz Concha Cuetos; y Jaime Menéndez, director de “La Prensa” --primer rotativo en castellano publicado en EE UU--, primer español redactor de “The New York Times”, director de “El Sol”, comisario político y cómo no... preso político en el campo de concentración de Los Almendros y otros penales, que tan amablemente habían donado las monjas, como el convento de Aranjuez. Ya en pleno periodo franquista continuó su labor de zapa en publicaciones como “Mundo” –de la cual era su puntal—,“SP”o “Destino”... y fue el primero en escribir de todo eso que Franco prohibió. Y todo eso comenzó en Tánger. En un diario de nombre España. De esa España y de esa Asturias que deben ya rendir justo reconocimiento a esos hombres que jugándose de nuevo el pellejo crearon la “transición periodística”.
Juan Manuel Menéndez
Agencia Febus

viernes, 6 de febrero de 2009

Un pequeño recordatorio

Una vez alguien de la familia dijo: "todo tiene un principio y un final". Y nosotros idem. Es decir... tuvimos un principio y tendremos un final... esperemos que tardío. Nuestro principio. Ay! nuestro principio. Recordemos nuestro primer artículo publicado en el "País.com", si la memoria no falla, el 23 de septiembre de 2007. Su título "¡Si, si, si! El oro ya está aquí". Y su contenido:

Recuerdo, aquella olimpida de 1996, en Atlanta. Pasaban los días, y España no ganaba una medalla ni a tiros. Pero llegaron los chicos del waterpolo, capitaneados por Manuel Estiarte. Nos dieron la alegría del verano, y sin saberlo también, la canción del verano. ¿Quién no recuerda aquel, SI, SI, SI, EL ORO YA ESTÁ AQUÍ. Hoy en la noche en blanco, en el Conde Duque, me he encontrado con una gran sorpresa. Y para mis adentros, me acordé de aquellos chicos del Waterpolo, y canté "SI, SI, SI, EL MUSEO YA ESTÁ AQUÍ".Tras una larga espera de 70 años, más o menos, tampoco nos vamos a poner severos, y gracias a la iniciatica de María M. Acha y Tom Lavin, entre otros, nuestra ciudad tiene ya su Museo de la Defensa de Madrid. De momento el Museo es un carrito, repleto de historias, fotografías, periódicos de la época, maquetas, proyección de películas referentes. Interesante la selección de 14 personajes que fueron ejemplares de la Defensa de Madrid. Por un lado, El General Miaja, Santiago Carrillo, El General Rojo, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, José Bergamín, Pasionaria, André Malraux, Buenventura Durruti, Ernest Hemingway, y por otro dos personajes, quizás no tan conocidos, pero que hoy la historia les ha colocado en el lugar que merecen. Avelina Ranz, miembro de la Agrupación de Mujeres Antifascistas, representando a tantas y tantas mujeres anónimas que se enfrentaron a la invasión fascista y su marido, quizás uno de los periodistas más importantes del siglo XX, Jaime Menéndez "El Chato", es sorprendente que hasta ahora, un hombre que entre otras cosas fue el primer Español redactor del New York Times, escritor, último director de "EL SOL"... y Comisario Político, haya sido olvidado por la sociedad. Enhorabuena a todos los que defendieron Madrid. A los conocidos. Pero sobre todo a los que no lo son, "ya tenéis vuestro museo, ya podéis cantar: ¡Si, si, si, el museo ya está aquí!"

Juan Manuel Menéndez
Agencia Febus