martes, 31 de diciembre de 2013

La epopeya del "Chato" por Begoña Camblor

La escritora Begoña Camblor, autora de Hacia todos los vientos. El legado creativo de Aurora de Albornoz y profesora de la Universidad Internacional de la Rioja, nos cuenta sus impresiones después de la lectura de La epopeya del “Chato”.

La Epopeya del "Chato" de A. Febus (Juan Manuel Menéndez). Foto Febus.
Desde siempre el recuerdo de la España republicana, la guerra civil, el franquismo e, incluso, los años de transición, más allá de los manuales y enciclopedias históricas al uso, ha dado lugar a una literatura instalada en lo que se ha venido definiendo como «géneros del yo»: cartas, diarios, memorias y autobiografías ofrecen, en este contexto, el marco discursivo más adecuado para la proyección textual de una realidad no siempre sencilla de sustentar en palabra escrita. Esta epopeya de un español universal, Jaime Menéndez, incorpora el juego autobiográfico como fundamento de un ejercicio literario que perfila con nitidez el legado intelectual de la España de «los perdedores». Mucho más allá de la recuperación de un único perfil humano, la focalización en el personaje principal viaja por territorios diversos —no por ello dispersos— que instalan la obra en un marco universal donde escuchamos, leemos, recreamos y comprendemos la realidad de centenares de hombres y mujeres esenciales en la historia española.

A. Febus (Juan Manuel Menéndez), autor de la Epopeya del "Chato". Foto Isaac Barragán.

El autor del texto esconde y desdibuja su propia personalidad tras la voz de su personaje, y desde la figuración autobiográfica se erige en protagonista y narrador de una historia que evoluciona entre múltiples géneros que la enriquecen y rediseñan a un tiempo. En primer término, la recopilación periodística llevada a cabo por A. Febus enfoca la parte llamemos más realista de lo narrado, y nos regala una selección de artículos auténticos que subrayan la veracidad del texto. Pero, una vez asegurada la verosimilitud de la obra, ésta acaba por arrastrarnos al límite entre ficción y realidad, recogiendo la voz autobiográfica en el marco de la fabulación de la muerte del personaje. Desde el territorio más libre del «después de la muerte», el autor es capaz de extraer del relato fantástico una voz viva y auténtica; todo ello hasta el punto de que el lector es incapaz de separar lo narrado del modo en que se narra, algo que precisamente consideramos el mayor acierto del libro. La palabra poética —y no utilizamos el término a la ligera— es capaz de otorgar realidad a un hombre hoy desaparecido tanto dentro como fuera del texto; Jaime Menéndez vuelve a la vida en el marco de su propia revelación autobiográfica. No hay autor real: éste desaparece tras su personaje y la obra vuela libre y distendida hasta nuestros ojos.
Debemos subrayar en este sentido la agilidad de un discurso asimilable por todo tipo de receptores; con una rapidez que no cesa de sorprendernos, el autor distribuye a lo largo del texto los diversos registros lingüísticos que le permiten dar esa vivacidad a su personaje: lenguaje periodístico, habla coloquial, humor a veces ácido a veces paródico, discurso político y lirismo puro se hermanan subrayando la valentía e inteligencia de quien, sin experiencia previa en el mundo editorial, se lanza a la conquista de un terreno inexplorado. Pese a que quien aquí escribe comparte sangre con el objeto de su narración, el texto no se pierde en sentimentalismos ni en prescindibles mitomanías: sí lo hace, conscientemente creemos, entre la ternura y el desencanto de un personaje cuya renovada existencia, real y literaria, nos obliga a replantearnos nuestra visión de la historia española.Con todo, «honestidad» es la palabra que mejor define esta obra: honestidad del personaje y de su autor, honestidad del discurso lingüístico, honestidad histórica y documental. Realidad viva, en suma, reconstruida en realidad creada.

Begoña Camblor.
La escritora Begoña Camblor, autora de este artículo.



sábado, 14 de diciembre de 2013

El Trofeo Olimpia 1973, el trofeo de Salvador Ruiz


Los gimnasios Olimpia en los años 70.
Durante los años 70 proliferaron por todo el territorio nacional un gran número de trofeos culturistas, organizados por los directores o dueños de los gimnasios más relevantes de aquellos momentos, entre ellos, Dino Camerlengo,  Dino Chemes, José Parra o Salvador Ruiz. De todos ellos solo uno perdura en el tiempo: El Trofeo Olimpia. En las primeras ediciones se denominó Mr. Olimpia, en algunas ediciones fue un evento exclusivo para los socios de los gimnasios Olimpia, fundados por Salvador Ruiz, pero en su mayoría de las ocasiones fue una competición abierta a todos los culturistas del panorama nacional. 

Salvador Ruiz en la cubierta de la revista "Fuerza y Vigor", 1977.
 Salvador Ruiz, uno de los más grandes culturistas de la historia, abrió, a principios de los años 70, el gimnasio Olimpia, dirigido por él mismo, y situado, en el madrileño barrio de Vallecas, en la calle Cerro de Garabitas nº 6. En 1973 hizo lo propio con el Olimpia II, este situado en la Avenida de Portugal nº 159 y cuyo encargado era un profesor de cultura física: Diego Díaz, en 1975, de nuevo en Madrid, en la calle Abtao nº 20, Salvador Ruiz estrenó el Olimpia III, para regentarlo contrató al desaparecido Francisco del Yerro, campeón de Europa Junior de culturismo, que más tarde lo compraría para ser su único dueño, hoy, sigue existiendo con el nombre de Gimnasio Francisco del Yerro, la meca del culturismo español.
Y como no, debido al nombre de sus gimnasios, y para promocionar y motivar a los culturistas de entonces Salvador Ruiz creó el Mr. Olimpia que se convertiría en uno de los trofeos más importantes de España, no en vano, hoy en día, se sigue celebrando bajo las siglas de la AEFF. 

La categoría junior del Mr. Olimpia 1973, con Rafael Santonja, segundo por la izquierda.
El primer Mr. Olimpia de celebró en mayo de 1973, en Madrid, en el barrio de Vallecas, en el salón de actos de la Cátedra José Antonio, y aunque la participación no fue muy numerosa puesto que solo concursaron 22 atletas hay que destacar que el nivel que presentaron fue muy notorio. Es de justicia reseñar que los trofeos eran de un calidad sobresaliente, enormes, muy bien acabados y de materiales de lujo, algo que sería signo de identidad de todas las ediciones organizadas por Salvador Ruiz.
El jurado de este primer Mr. Olimpia estuvo compuesto de Leo Nieto, Mr. España 1969, Baldo Lois, 7 veces campeón de España,  Rogelio Ballesteros, colaborador de la revista “Las Pesas” y Miguel Lizondo, cronista de la revista “Deporte y Salud”.
Según la crónica del evento, escrita para la ocasión en la revista “Las Pesas” por el mencionado Rogelio Ballesteros “Roge”, la asistencia de público rondó los 300 espectadores, cosa que, según se refleja en el libro “100 años de culturismo en España” de Lucio Doncel, no fue así ya que Salvador Ruiz, años más tarde, declaró que solo hubo 40 espectadores. 
Rafael Santonja, Alfonso García y Javier Lois, podium junior, Mr. Olimpia 1973.
La competición tuvo tres categorías, una única en junior y dos en senior: talla baja y talla media.
En junior hubo un total de 12 participantes algunos de gran nivel. Estos fueron aquellos jóvenes que abrieron, a las 10 de la mañana, la competición del Mr. Olimpia 1973: Víctor Montero, Jesús Ignacio Fernández, Javier Lois, hermano del mítico Baldo Lois, Miguel  A. Gómez, Manuel Jodar, Ramón Tapia, Juan de la Torre, Manuel Cenamol, que llegó a tener una empresa muy nombrada en el sector del culturismo, Alfonso García, muy maduro ya que por su aspecto parecía senior, Mario Ibáñez, López Cerrado y Rafael Santonja, nadie, por aquel entonces, se imaginaba que llegaría ser presidente de la IFBB y hombre de negocios vinculados al deporte del hierro.  La clasificación de esta categoría junior fue la siguiente, en octava posición Jesús Ignacio Fernández, en séptima Julián de la Torre, en sexta Víctor Moreno, en quinta Mario Ibáñez, en cuarta Ramón Tapia, en tercera Javier Lois, subcampeón Rafael Santonja, con el mayor volumen muscular de la categoría pero falto de definición, y campeón Alfonso García, justo ganador gracias a su simetría y calidad muscular.
Deo Iglesias, Jesús Mario Muñoz y Antonio Ríos, podium talla media, Mr. Olimpia 1973.
Después de la categoría junior entraron a escena los atletas senior, primero de los de la talla media donde se concitaron 6 culturistas de un nivel excepcional, sobre todo los tres primeros. La sexta posición recaló en José María López, la quinta en Mariano Domínguez, la cuarta en Lorenzo Rodríguez, la tercera en Antonio Ríos, muy proporcionado, con un buen desarrollo muscular y una calidad muy meritoria, la segunda en Deogracias Iglesias, muy igualado con Antonio Ríos pero con mayor densidad y separación en pectoral y deltoides, y la primera posición recaló en Jesús Mario Muñoz, alma mater del gimnasio Muvia y del Mr. Muvia, muy adelantado a su tiempo, con una gran línea global, cintura estrecha, gran desarrollo muscular, equilibrio, densidad, muy buen posador y, presentando una muy buena calidad, a la postre ganó también el absoluto.
Enrique Vidal, José Luis Santos, José Viñas, podium talla alta, Mr. Olimpia 1973.
Tras la talla media vino la alta, aquí participaron 4 culturistas de gran tamaño muscular. En cuarto lugar quedó Juan Moro, tercero Enrique Vidal, segundo José Viñas, el gran pensador y escritor, autor de “Tratado Culturista”, y campeón José Luis Santos, todos muy parejos, muy simétricos, proporcionados y con un gran volumen muscular, los jueces lo tuvieron muy complicado para dilucidar las posiciones de esta categoría.
En definitiva el primer Mr. Olimpia fue el pistoletazo de salida de uno de los trofeos más relevantes del panorama culturista nacional, quizás el importante pues es el único que ha superado las cuatro décadas de existencia, gracias a la labor de Salvador Ruiz y de la AEFF en los últimos lustros. Y todo esto comenzó, en 1973, en una época donde el culturismo se vivía de otra manera, donde la camaradería era mucho mayor y donde los físicos eran mucho más naturales, debido a la ausencia de las sustancias dopantes en las preparaciones de los atletas, algo que no se debe olvidar pues ante todo el culturismo debe representar un equilibrio entre conocimiento, ejercicio, dieta, descanso, suplementación dietética y salud.

Jesús Mario Muñoz, campeón absoluto, y Salvador Ruiz, organizador del Mr. Olimpia 1973.



lunes, 2 de diciembre de 2013

Francisco Andrés López, uno de los grandes del culturismo español

Francisco Andrés López es ese tipo de campeón culturista que marcó época, al igual que atletas como Ana María Pompa, Ana Rosa Estepa, Antonio Chaparro, Antonio Lara, Rafael Perea o Lorenzo Moreno. Representó a España en el campeonato Europa de 1987, celebrado en Alemania. La clave fue su gran conocimiento e inteligencia a la hora de desarrollar sus preparaciones para las competiciones. Ello le proporcionó su gran línea, su gran simetría y si gran proporción. Por todo eso, y por su saber hacer, no queda más remedio que reconocer que Francisco Andrés López ha sido uno de los atletas más estéticos de la historia del fisicoculturismo español.

Paco Andrés López, celebrando su triunfo en el Campeonato de Castilla la Mancha 1984.

Sus primeros años

Paco, como le llaman sus amigos, nació el 22 de febrero de 1960, en Valencia de Alcántara, en Cáceres. De niño empezó a fascinarse por los cuerpos musculados y desarrollados de los personajes aparecidos en películas de romanos y en los cómics de referencia de la época. Ese fue el punto de arranque, 1975. Comenzó entrenando con unos tensores y unas pesas fabricadas por él mismo. Unas latas de pintura rellenas de cemento y unidas por una barra fueron su principal herramienta de trabajo físico en aquellos años, en el patio de la casa de sus padres. En 1977, ya, en Móstoles, en Madrid, descubrió el gimnasio Estoril, dirigido por dos históricos del levantamiento de pesas: Apolonio Rodrigáñez y José Díaz.

Sus primeras competiciones

En 1978 participó en su primera competición culturista: El Trofeo Olimpia, organizado por el mítico Salvador Ruiz, campeón del mundo en 1978 y 1979, lo hizo en categoría junior y recibió el diploma de las manos de Francisco del Yerro, campeón de Europa junior en 1976. Ganó Francisco Serrano en la talla alta junior. En 1979 participó en el Campeonato de España junior celebrado en Benidorm y que ganó, en la talla alta junior, Antonio Chaparro.

 
Paco Andrés López, en el campeoanto de España 1985.

Su etapa senior

A mediados de los ochenta, siendo ya un atleta senior, consiguió sus grandes éxitos. Ganó el Campeonato de Castilla, celebrado en Alcázar de San Juan, y el Campeonato de Madrid. Su desarrollo muscular estético, definido y equilibrado, jalonó su triunfo. En 1986, después de haber trabajado como profesor de musculación en el gimnasio Estoril, impartió su maestría en uno de los primeros macrogimnasios de España: MultiGym 85, propiedad de Salvador Ruiz, Apolonio Rodrigáñez y José Luis Rico. Sin duda, un gimnasio que fue referente de la cultura física en los ochenta.

Paco Andrés López en el Cto de España 1985, con Manuel Velasco, Miguel López, Alfonso Gómez y José Ramos.
 

Representó a España en el Campeonato de Europa 1987

Entre los años 1985 y 1989 participó en diversos campeonatos de España y en diversos Trofeos Olimpia, y siempre quedó clasificado en puestos de honor. Por aquella época se empezaron a implantar los controles antidoping en las competiciones internacionales IFBB. Debido a ese motivo y a la excelente puesta a punto, con un desarrollo muscular muy estético y natural, Francisco Andrés López fue seleccionado para defender el pabellón español en el Campeonato de Europa 1987. En esa misma época se hizo muy popular al realizar una exhibición de culturismo en el programa matinal de RTVE que dirigía Jesús Hermida y presentaba Curro Castillo. Fue acompañado de otros atletas, entre ellos Jesús Lizcano y Jesús Roger. Francisco Andrés López, además, ha forjado a un gran número de campeones que han obtenido excelentes resultados deportivos, entre ellos, Esther Serrano, una de las más grandes competidoras del panorama internacional, demostrando, que hoy por hoy, es uno de los más grandes eruditos en el entrenamiento de atletas de alto rendimiento. 

Paco Andrés López, en una de sus mejores puestas a punto, Trofeo Olimpia Nacional, 1987.